martes, 29 de mayo de 2012

Canción de amor y siesta

Hoy despertaste bella como era de esperar,
deshanciendo cada copo, burlando al temporal.
En tu pequeño mundo de sueños y rutinas
sin que nada te haga perder la sonrisa.


Eres la brisa suave que cruza yermas fronteras,
capaz de iluminar a una gris primavera,
de hacer brotar un manantial en mi pecho
que nos da de beber del vaso medio lleno.


Tinta encarcelada se empeña en secar la canción,
mientras tu voz rescata la palabra adecuada,
el néctar de una dulce flor.
Noches de plenilunio alumbran la estela hasta ti
perfilan tu siltueta, trayendo consigo
un cielo pintado de añil.


Traes el leve suspiro que hace remontar
el vuelo de tristes aves, presas de la soledad,
de mariposas que perdieron el brillo en sus alas
y la fuerza para aguantar la carga de la semana.


Sobre el nido en que tallaste las normas del corazón,
nacen flores, manos, labios, siestas en las que se pone el sol.
Nuevas historias han de venir que nos harán temblar.
Este mayo huye fugaz con tu bendita presencia.


Aún sigues dormida y las agujas me hacen inventar
radiantes despertares, jamás explorados,
frágiles como el cristal.
El roce de tus dedos, vagando sin rumbo en mi piel
y ese latido intenso que se esparce en el aire,
incendian el amanecer.

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